En la apertura del Super Rugby 2019, Lions se dio el gusto de alcanzar lo que nunca antes había logrado en Buenos Aires: imponerse ante Jaguares en la competición organizada por Sanzaar. Lo hizo por 25 a 16, merced al aprovechamiento de sus indiscutibles virtudes, pero también de las impericias que, fundamentalmente en el complemento irrumpieron en la franquicia argentina.
La etapa inicial fue tan intensa como equilibrada y el 15 a 13 en favor de los sudafricanos, se justificó por la impiadosa efectividad en el juego agrupado en los dos extreños de la etapa: apenas iniciada, por la vía de un mauling incontenible; y sobre el cierre, a partir del desprendimiento de un scrum muy favorable. El segundo tiempo tuvo un inicio bastante parecido, hasta que con el desgaste lógico de un partido de altísima intensidad, aparecieron errores en el anfitrión y, con ellos, los espacios que antes no habían existido. En ese contexto, se destacó la fortaleza del sistema defensivo del subcampeón de la edición precedente del torneo, que tuvo al flanker Marnus Schoeman como figua: no solo por haber apoyado los tres ensayos de su equipo, sino también porque fue el abanderado de la señaladas virtudes de su equipo.
En definitiva, bien podría expresarse que Jaguares jugó un gran primer tiempo, en el que más allá de no haber alcanzado un volumen de juego propicio para sumar más puntos, lució fundamentalmente ordenado desde el punto de vista colectivo y sólido en el determinante aspecto defensivo. Solo fue superado, en aspectos del juego en los que su adversario es notoriamente superior. Luego, la segunda mitad del complemento ya fue otra historia, en la que aparecieron algunas de las imperfecciones más comunes, que ante semejante rival, suelen deparar en resultados adversos.
El próximo sábado, en idéntico horario y escenario, habrá otra ocasión de expresar lo que con tanto esmero se está trabajando. Obviamente no será para nada sencillo, ya que habrá que medirse con Bulls, que tuvo un inicio más que auspicioso al imponerse a Stormers en el emblemático Loftus Versfeld de Pretoria.
Fuente: El Litoral